(Taller de barro, Taller de Fotografía)
Yo tengo días buenos y tengo días malos.
En los días buenos escribo poemas alegres. En los días malos escribo poemas tristes.
Yo antes odiaba mis poemas tristes.
Aparte de días buenos y días malos, tengo también unas alas. Las tengo tanto en los días buenos como en los días malos; pero no las llevo a las espaldas, sino que las tengo en el paragüero de la entrada de mi casa.
En lugar de plumas, tienen poemas.
Algunas noches me las pongo sobre los brazos, subo hasta la azotea y, desde allí, alzo el vuelo.
En las noches buenas mi vuelo es un pañuelo de naipes. En las noches malas...en las noches malas...¡qué pereza de alas!
Mientras vuelo, se hace inevitable que algunos poemas se desprendan. Pareciera que el viento tiene interés por arrancarlos. No me importa, ¿por qué habría de importarme? Siempre las estoy renovando, y así me siento un poco como el ave fénix; naciendo siempre.
Cuando regreso a casa vuelvo a dejar las alas en el paragüero y me duermo.
Al día siguiente, cuando salgo a la calle (con mis pies de andar por la calle), veo en diferentes lugares de la ciudad cómo algunas personas encuentran algún poema que en la noche anterior se ha desprendido de mis alas. Sin que se den cuenta, observo cómo los leen. Lo hacen con atención, respirándolos. Algunos asienten para sí y abandonan su mano sobre el pecho como un segundo corazón.
Lo curioso es que nunca, por más que lo intento, consigo distinguir cuándo están leyendo un poema triste escrito en un mal día, y cuándo están leyendo un poema alegre escrito en un día bueno. Todos muestran la misma atención. Mis poemas pasan a través de ellos como el sonido del mar por las caracolas.
Sin distinción, todos guardan mis poemas como un tesoro.
Así es como he aprendido a aceptar, yo también, mis poemas felices de mis días buenos; mis poemas tristes de mis días malos.
Pedro Caldas
Ediciones chiquininas.
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gracias pedro, por cada relato que nos has regalado a cada miembro del grupo de arteterapia. me he permitido el placer de transcribir el mío aquí, para compartirlo, orgullosa, cual niña muestra su regalo de reyes...